En estas fechas revolucionarias, viene muy pertinente este excelente documento sobre el que llamó mi atención Benjamín Temkin. Melissa Dell, del MIT, analiza el impacto de la revolución de 1910-17 (particularmente, el de su facción agrarista) sobre el desarrollo a largo plazo.
El documento es interesante desde el punto de vista metodológico. Para obtener una estimación [...]
En estas fechas revolucionarias, viene muy pertinente este excelente documento sobre el que llamó mi atención Benjamín Temkin. Melissa Dell, del MIT, analiza el impacto de la revolución de 1910-17 (particularmente, el de su facción agrarista) sobre el desarrollo a largo plazo.
El documento es interesante desde el punto de vista metodológico. Para obtener una estimación insesgada del impacto del movimiento revolucionario, utiliza la sequía de 1906-1910 como instrumento de esta última variable. Al parecer, en los municipios donde la sequía fue más severa, la actividad revolucionaria fue a su vez más probable.
Bueno, pues con estas propiedades de orden metodológico, Melissa Delll muestra que en los municipios mexicanos con actividad revolucionaria el reparto agrario fue más extenso, pero al mismo tiempo, estos municipios son el día de hoy más pobres, menos industrializados y presentan niveles de competencia política inferiores, en comparación con los municipios donde no hubo actividad revolucionaria.
Los hallazgos del paper son de enorme importancia, posiblemente no teórica, pero sí empírica e histórica. Si la sequía es un buen instrumento, resulta que, a nivel de los municipios, el impacto de la revolución sobre el bienestar es negativo. Me encanta, porque esta conclusión es totalmente contraria a un dogma muy airragado en México.
Sin embargo, el hallazgo empírico debe ser sustentado en una explicación, y creo que esta es la principal carencia del documento. En él, se afirma que la revolución impacto en el reparto agrario, y que el reparto agrario (dadas las restricciones al intercambio y la contratación impuestas por el ejido) impactó negativamente en el nivel de bienestar (medido por el ingreso). Ahora bien, la evidencia presentada muestra una asociación entre revolución y reparto y entre revolución y bienestar. No se presenta evidencia de que esta última asociación esté mediada por la reforma agraria. De hecho, se hecha en falta que no se presente una correlación entre la extensión del reparto agrario y el nivel actual de bienestar.
Como quiera, insisto, el hallazgo empírico parece sólido (aunque en otra ocasión comentaré las razones por las que la sequía podría no ser un buen instrumento). Esperemos que en versiones posteriores se presenten argumentos convincentes en favor del mecanismo causal postulado.
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